La posible implantación de permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles y retribuidos al 100% abre un nuevo escenario en el mercado laboral español.
En la actualidad, el permiso de maternidad es de 16 semanas siendo las seis primeras obligatorias y las diez siguientes voluntarias y transferibles. Por su parte, el de paternidad se sitúa en cinco semanas voluntarias e intransferibles.
El acuerdo de presupuestos presentado por el Gobierno incluye el aumento del permiso de paternidad de forma progresiva. Para garantizar su viabilidad financiera, la iniciativa plantea un calendario por el que los permisos subirán a ocho semanas en 2019, a 12 semanas en 2020 y a 16 semanas en 2021.
Según las estimaciones del Gobierno, la equiparación total tendrá un impacto de 1.200 millones de euros (300 millones en 2019). No obstante, su puesta en marcha queda supeditada a la aprobación en el Congreso de los Diputados del acuerdo de Presupuestos Generales del Estado de 2019.
¿Qué efectos puede tener la equiparación sobre el trabajo?
La iniciativa pretende favorecer la igualdad efectiva entre hombres y mujeres en el ámbito laboral, ya que el embarazo y la posterior baja por maternidad suelen generar reticencias a la hora de contratar a mujeres en algunas compañías. Esta circunstancia limita a menudo sus ascensos en las empresas, condicionando de forma negativa sus posibilidades de desarrollo profesional.
En esta línea, la medida puede ayudar a evitar situaciones de discriminación en la contratación de las mujeres por el simple hecho de que se puedan quedar embarazadas y disfrutar de periodos de baja superiores a los de los hombres.
La transformación de los permisos en derechos individuales no transferibles busca evitar que, como ha ocurrido hasta ahora, sea la mujer la que asuma la mayor parte del permiso, incluidos los periodos que se pueden intercambiar entre madres y padres.
Por otro lado, esta medida puede favorecer la igualdad entre géneros en el ámbito doméstico.
Tradicionalmente, han sido las mujeres las que han tenido que afrontar prácticamente la totalidad de la carga del trabajo en el hogar y el cuidado de los hijos. Esta iniciativa también podría contribuir a corresponsabilizar a los hombres en estas tareas, allanando el camino hacia una división más igualitaria de las labores domésticas.
Si finalmente se aprueba la equiparación, queda la incógnita de saber si será obligatorio coger los días de permiso al mismo tiempo para ambos progenitores; si los padres se podrán turnar; si será un modelo mixto con periodos simultáneos y consecutivos; o si se dará la opción de elegir en función de las necesidades y circunstancias de cada caso.
En cualquier caso, cabría tener en cuenta la participación de entidades sindicales y representantes empresariales para alcanzar un consenso que sea beneficioso para todas las partes.
Sin duda, esta posibilidad de igualar los permisos de paternidad evitaría los prejuicios extendidos en empresas ante la contratación de mujeres en edad de ser madres, ya que tanto padre como madre se ausentarán de sus puestos de trabajo durante un tiempo para dedicarse al cuidado de su bebé.
Incluso, si miramos más allá, podríamos tener en cuenta la importancia de otros aspectos como la extensión de servicios de guarderías y educación infantil asequibles y de calidad, todo ello encaminado a una conciliación laboral más efectiva para los empleados y empleadas.
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